Ahí se encontraban, alineados a lo largo de las faldas de las colinas, congregados
para verme por última vez, un marco viviente
¡para un cuadro más! En un lienzo ardiente,
los vi y los reconocí a todos. Y sin embargo,
impávido, llevé el cuerno a mis labios:
"Childe Roland a la Torre Oscura llegó", toqué.
para verme por última vez, un marco viviente
¡para un cuadro más! En un lienzo ardiente,
los vi y los reconocí a todos. Y sin embargo,
impávido, llevé el cuerno a mis labios:
"Childe Roland a la Torre Oscura llegó", toqué.
Robert Browning (1855)
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